Breves aclaraciones previas

En este blog se publicará principalmente las historias que se me vayan ocurriendo y según la aceptación que tengan pues serán continuadas o no. En estos momentos estoy desarrollando estos proyectos:

-El Mercenario: En esta historia narro las aventuras y desventuras de Lobo, un hombre con un oscuro pasado que trabaja para una misteriosa agencia de la que el mismo apenas sabe nada... pero que le paga muy bien por sus servicios.

-Las Crónicas de Anárion: Este proyecto de fantasía épica narra los viajes de Anárion, un joven guerrero que desconoce su pasado, ya que fue separado de sus padres cuando era un bebé, lucha por sobrevivir en el peligroso continente de Lormerion, mientras trata de averiguar quienes son sus padres. Pero para ello ha de enfrentarse a toda clase de pruebas en su camino por las agitadas tierras del devastado Norte.

Gracias por leerme

-Anárion, Lobo Gris-

jueves, 20 de septiembre de 2012

Un Mundo no tan Perfecto

Este es un relato que escribí para el concurso entre pulsaciones de Ylenia y Pulsoacelarado:

Ted Jones era un chico normal de 17 años de pelo moreno corto y alborotado, ojos castaños, estatura mediana y complexión ligera. Era un joven brillante con un porvenir muy prometedor. Vivía en un planeta colonizado unos 200 años atrás por los humanos y que éstos consideraron como un lugar ideal, por lo que le pusieron el nombre de Utopía. Todo el que se podía pagar el traslado a este planeta, lo hizo, pero el pasaje era caro con lo cual solo la gente más acomodada pudo mudarse a esta tierra prometida.

La sociedad de Utopía era perfecta, no había disputas ni crímenes y la gente parecía feliz. Cada persona al cumplir los 18 años pasaba por una prueba que determinaría su profesión futura y por tanto los enviaban, o bien a la facultad, o bien a aprender el oficio para el que fuesen más aptos. Una vez asignado el futuro oficio, les implantaban un chip que les identificaba como aptos para ese determinado oficio, aunque éste no se activaría hasta que no finalizasen su preparación. Tampoco había contaminación ya que descubrieron una nueva fuente de energía renovable y 100% eficiente,

A Ted todavía le faltaba un año para su examen, pero no se veía muy preocupado por ello. El vivía felizmente el final de su adolescencia, tenía una novia, Mary Weather una preciosa chica de 16 años, pelirroja y con unos grandes ojos de color verde esmeralda. Era una chica dulce y cariñosa y Ted esperaba poder casarse con ella algún día.

Un día Ted vió algo extraño que llamó su atención. Iba caminando por la calle de camino a casa de Mary cuando observó a unos hombres con traje negro atravesar la pared de un callejón. Su sentido común le decía que sería mejor no acercarse, ya que se podía meter en un lío, pero siempre había sido muy curioso y quería averiguar qué había pasado y como había sido posible tal prodigio.

 Tras dudar un rato, se dirigió hace el lugar por donde habían desaparecido los hombres. Tras examinarlo se dio cuenta de que era un holograma y lo atravesó. Al hacerlo se encontró con unas escaleras que bajaban y las siguió durante aproximadamente una hora. Al llegar abajo se encontró con un enorme espacio abierto al que no parecía llegar la luz del sol ya que la ciudad se encontraba suspendida encima de donde se encontraba sostenida por enormes pilares que se hundían en lo que parecía ser un profundo océano. Ted se encontraba en un plataforma que había ligeramente por encima del agua y lo que vió en aquella zona en eterna penumbra le dejó boquiabierto.

 Extraños seres humanoides de color azulado, con piernas y brazos como los humanos pero con branquias en el cuello, membranas entre los dedos de manos, una cola de  pez que le bajaba desde la parte baja de la espalda, y en el centro de la misma, una aleta. Aquellos hombres-pez estaban sumergidos en una especie de contenedores de cristal  individuales con un líquido verdoso que iluminaba la zona con un toque siniestro. Había números cables conectados a los cuerpos de aquellos extraños seres.

Mientras observaba horrorizado aquel grotesco espectáculo, Ted escuchó unas voces que se iban acercando y decidió esconderse detrás de los contenedores, que al parecer eran opacos por ese lado.

Los dos hombres que se acercaban eran los que Ted había visto entrar antes que él. Uno era alto y corpulento, de tez oscura y completamente calvo. Llevaba un traje negro con camisa blanca, corbata negra y gafas de sol. El otro era más bajo, delgado y pelirrojo con una coleta que le empezaba a la altura del cuello y de tez blanca. Llevaba un traje similar a su amigo pero sin corbata y con la chaqueta abierta y los botones de arriba desabrochados.

-Parece que todo está correcto, no sé por qué habrá saltado la alarma- dijo el pelirrojo.
-O eso, o quien quiera que sea que entró nos ha dado esquinazo- puntualizó el  otro.
-Eso es imposible hombre, a nosotros nunca se nos ha escapado nadie- replicó el primero.
-Siempre hay una primera vez para todo, debemos revisar las cámaras de seguridad – dijo el gorila.
-Vale, a ver si así te convences y dejas de darme la vara- replicó el más bajo.
-Si alguien descubre que la “misteriosa” fuente de energía es ésta, La Compañía tendrá serios problemas, y nosotros con ellos. No podemos permitir que se escape nadie por improbable que parezca que alguien lo haya hecho, debemos asegurarnos.- le sermoneó el otro.
-Vale, vale… me has convencido, comprobemos eso y luego vayamos a tomarnos unas birras, que bien que nos las hemos currado- dijo el pelirrojo zanjando la discusión.

Ted escuchó espantado aquella conversación. Por lo que él pudo deducir, los hombres-pez eran la fuente de energía renovable que surtía a todo el planeta, pero aquello violaba las leyes contra explotación y esclavismo de especies. Y lo que es más, aquellos seres, eran la especie autóctona de Utopía. Pero la historia de aquel planeta no hablaba de ninguna especie humanoide que habitase ese planeta. Aquel asunto le dejó muy preocupado, sabía que debía alertar a las autoridades interplanetarias, pero si le descubrían intentarían hacerle callar antes de tener la oportunidad de hacerlo.

Ted esperó un buen rato desde que se fueron los hombres de negro y salió por donde había entrado. Al llegar a la “superficie”, Ted volvió a su casa, creyó que no debía contarle nada a Mary de lo ocurrido y aunque odiaba tener que mentirle, le pondría alguna excusa para que no se preocupase. La llamó y le dijo que recordó que tenía algo urgente que hacer y que no pudo avisarla antes. Ella pareció creerle, era tan buena chica… eso le dolió aún más a Ted, le había mentido, “pero lo hago para protegerla” se dijo a sí mismo.

Cuando iba camino a casa un hombre  encapuchado le interceptó y se lo llevó en su aero-moto de paquete. Ted intentó resistirse pero el hombre lo dejó inconsciente de un golpe en la nuca.

Cuando volvió en sí, Ted vio que un hombre con el pelo rubio alborotado y unos extraños ojos azules estaba junto a él en una especie de almacén abandonado.
-¿Quién eres y porque me has traído aquí?- preguntó Ted, asustado.
-Quien soy no importa, lo importante es que corres un grave peligro- dijo el joven misterioso.
-Has visto algo que no deberías haber visto, y en cuanto revisen las grabaciones van a vernos a ambos y nos buscarán- añadió
-Tú eres el que…- empezó a decir Ted.
-Sí, yo fui el que se coló primero y a quien ellos buscaban- terminó de decir el otro, cortándole.
-¿Quiénes son?- Preguntó Ted, intrigado.
-Lacayos de La Compañía de Energía Utopía, la que gobierna nuestro mundo. Yo antes trabajaba para ellos, pero en cuanto descubrí la verdad tuve que dejarlo- Dijo el rubio.
-¿Y que hacías allí dentro?- Inquirió de nuevo Ted.
-Intenté liberar a los Aquariam, los hombres-pez de su cautiverio y explotación. Y antes de que lo preguntes, no se puede contactar con la policía intergaláctica y el planeta está cerrado desde hace 20 años, nadie puede entrar ni salir por la cuarentena- Explicó el misterioso joven.

Convencido con las explicaciones y tras seguir charlando con el joven que le había secuestrado bruscamente, que se hacía llamar a si mismo Al, Ted urdió un plan para liberar a los Aquariam y castigar a la compañía.
-Sinceramente chico, me pones los pelos de punta- le dijo Al.
-Es la única solución posible, pero me pregunto si alguien podrá llevarla a cabo- dijo Ted.
-Dado que nos buscan a ambos y seguramente nos cazarán antes o después, no nos queda más remedio que hacerlo nosotros- dijo con cierto desagrado Al.

Durante varios días, Al y Ted recorrieron el mundo de Utopía eludiendo a las autoridades, sufriendo persecuciones y advirtiendo a todo el que quisiera oírles sobre el temible secreto que se escondía bajo las ciudades. También les advirtieron de que hicieran como que no sabían nada y que nunca jamás les habían visto. Mucha gente les tomó por locos, eran considerados criminales y pocos se acercaban a ellos a pesar de que iban encapuchados para que no les reconociesen. Pero Ted sabía que, si en cada rincón lograba que al menos una persona les escuchase y comprendía la situación, era una pequeña victoria en su revolución. Pero nunca le dijo nada a Mary, a ella no podía involucrarla, sabía que era muy peligroso y la dejó tan pronto empezó con el plan, le dolió mucho hacerlo pero mucho más le habría dolido involucrarla y que sufriese el mismo aciago destino que a él le esperaba.

Tras terminar con su plan, Ted y Al, fueron apresados cerca de Ciudad Capital. Fueron juzgados y condenados a muerte por alta traición. La ejecución se emitiría por todo el imperio humano en directo y eso es lo que ellos querían. Podrían hacer llegar sus últimas palabras a las autoridades y que ellos tomasen cartas en el asunto.
Al llevarlos al verdugo, un hombre corpulento que portaba un espectacular espadón de hielo-acero, una aleación especial que se encontraba sólo en los casquetes polares de Utopía,  este les preguntó:
-¿Cuáles son tus últimas palabras, chico?
-¡¡¡Libertad para los seres oprimidos de Utopía!!! ¡¡¡Los Aquariam son una raza inteligente usada como fuente de energía!!!- dijeron ambos antes de morir pero Ted, antes de que el verdugo bajara su espada, dedicó sus últimos pensamientos a su amada Mary, mientras las lagrimas empezaron a recorrer sus mejillas. El verdugo bajó la espada dos veces y cortó el cuello a ambos jóvenes y la llama de la vida desapareció de sus ojos para siempre.
Y así fue como un par de chicos, con un valiente sacrificio, desencadenaron una revolución que acabaría con la injusticia cometida en Utopía durante más de 200 años.

FIN